Rebeca Lema nació en la costa atlántica del norte de España. Cuando era solo una niña se aficionó a la escritura, pasión que siempre la ha acompañado.
Fue el amor a las letras la razón por la que terminó los estudios de Traducción e Interpretación y se especializó en Didáctica de las Lenguas Extranjeras. Ya convertida en una insaciable políglota, se mudó a Polonia, donde reside desde entonces, compaginando la docencia de Lengua y Literatura con sus otros vicios incurables como el de crear historias.
El objetivo de Historias de amor para nefelibatas es bajarnos de la nube de amor ideal en la que a veces nos empeñamos en permanecer para ayudarnos a entender y a vivir el amor real con los pies en la tierra.
Los relatos que componen esta obra no son perfectos; sus protagonistas, menos. Sin embargo, son precisamente esas imperfecciones las que nos permiten descubrir las claves del amor. Porque el amor tampoco es perfecto, pero es mucho más sencillo de lo que nos han contado.
—¿Cómo y cuándo empezaste a escribir?
Con un lápiz y un cuaderno de doble pauta, cuando era pequeña, en el colegio. Cuando tenía que escribir algún texto para clase, solía convertir en protagonistas a mis compañeros y profesores. Luego, en el momento de leerlo en voz alta, las risas se oían desde el patio.
—¿Qué géneros literarios escribes y por qué?
Escribo historias en las que el amor (en sentido amplio y no necesariamente romántico) siempre tiene un papel muy importante porque creo que es un tema sobre el que nunca tendremos material suficiente.
—Explica a los lectores qué van a encontrar en tus libros.
Personajes con cuyos problemas, reflexiones, anécdotas y, en general, actitud ante la vida: con sentido del humor (y del amor) resulta muy fácil identificarse.
—¿Qué es lo que más te ha costado escribir durante tu proyección como escritora?
Siempre me ha costado mucho escribir historias tristes porque afectan demasiado a mi estado anímico. Por eso prefiero las comedias a los dramas.
—Si tuvieras que elegir un escrito de tu creación. ¿Cuál elegirías?
Le tengo mucho cariño a un texto que escribí hace unos años titulado Rok na zamówienie kawę, es decir, "Un año para pedir un café" porque ese fue el tiempo que tardé en ser capaz de pedir un café en polaco. Puede parecer una exageración, pero es una historia real.
—¿Cuál es el primer libro que recuerdas haber leído que te haya marcado y por qué?
Diría que El principito porque lo leí cuando era pequeña y no lo entendí, lo que hizo que me frustrara. Luego, lo volví a leer años más tarde y entonces descubrí que todo encajaba y se convirtió en uno de mis libros favoritos.
—¿Tienes alguna anécdota curiosa como autor para compartir con nosotros? ¿Cuál?
Cuando les conté a mis amigas que había escrito un libro, me pareció muy curiosa la reacción de una de ellas. Casi sin inmutarse me dijo: "Estaba visto. Solo era cuestión de tiempo". Me sorprendió que ella tuviera más confianza en mí que yo misma.
—¿Qué esperas de esta publicación?
Que sea solo el principio de muchas y que ayude a hacer un poquito más feliz la vida de quienes se animen a leerla.
—¿Estás trabajando en algún proyecto o tienes alguno en mente?
Sí. Mi nuevo proyecto es una novela que espero que pueda ver la luz muy pronto. Trata sobre la búsqueda de la identidad y la historia transcurre en un lugar muy especial para mí.