Ada San Marco

La escritura, así como la pintura y la música, han acompañado a Ada San Marco desde que era niña. Su trayectoria artística, por tanto, puede entenderse como expresión multidisciplinar y a la vez en búsqueda constante, tanto hacia fuera como hacia dentro.

Muy reacia en principio a compartir su faceta literaria, y en general a la presencia social, fue en 2021 cuando un particular encuentro con sus raíces le llevó al fin, a la publicación. Primero fue su novela La rosa que amó a un ruiseñor en homenaje a la mujer rural. Después vinieron Cuarteto a cinco voces, Sueños de góndola azul y ahora el presente poemario, quizá el más personal de todos, en donde se aúnan recuerdos y sentimientos junto con ilustraciones propias.

 

Un jardín donde el mar retorne

El vaivén de las olas nos acompaña en el ritmo y la cadencia de los versos de Ada. Poemas llenos de intimismo que representan sensaciones y momentos concretos que en algún momento todos hemos vivido.

Además, podemos deleitarnos con ilustraciones propias de la autora que acompañan a algunas composiciones y aportan fuerza al significado.

El deleite visual y sensorial de un jardín en el que perderse.

Un pedacito de Ada

—¿Cómo y cuándo empezaste a escribir?

Desde muy pequeña. Como tenía un carácter más bien solitario e introvertido, mi mundo era mi propia imaginación. Disfrutaba muchísimo con la lectura, así que además de devorar libros me inventaba cuentos que yo misma ilustraba y a los que asociaba canciones. Y por supuesto, siempre estaban aquellos diarios con pastas en color pastel, donde escribía lo que no contaba a nadie, a veces, en verso.

—¿Además de la poesía escribes otros géneros?

La poesía, en mi caso, creo que es la habitación propia. Siempre está ahí, aunque nadie entre. Pero a la vez disfruto con la narrativa. Al principio solía escribir mucho relato corto, pero llegó un momento en que necesité más. Quizá sea porque siempre pienso mucho en los personajes, me preocupa hasta su futuro tras el libro, aunque parezca un poco locura, jaja. Supongo que la narrativa corta se prestaba más a mi impaciencia natural, pero poco a poco fui consiguiendo domar esa necesidad de rapidez. En cualquier caso, todo me es necesario. La novela me ha ayudado a ser menos caótica y más paciente. La poesía me permite bailar en la frontera de la cordura, por más que suene raro.


—Explica a los lectores qué van a encontrar en tu último libro.

Pues muchos sentimientos, sobre todo. “Un jardín donde el mar retorne”, el primer poemario que publico, habla a veces de infancia en primera persona, también de amor, de angustia y de toma de conciencia. Publicarlo es un paso adelante para alguien que ha acabado por reconocerse y aceptarse en el rasgo PAS. También una válvula para todo ese bombardeo continuo que es la realidad de alrededor.

—¿Qué es lo que más te ha costado escribir durante tu proyección como escritora?

Quizá es más duro más imaginar que plasmar. Hay historias que me han emocionado hasta la lágrima cuando les daba forma en la cabeza, también cosas que de solo pensarlas, repelen. Escribirlas es asumir que existen y que ocurren. Pero contestando a la pregunta, quizá lo que más me ha costado escribir sean algunas escenas de violencia perpetrada contra alguien en alguna novela.


—Si tuvieras que elegir lo mejor que has escrito. ¿Qué elegirías?

No puedo. Cada libro ha llegado en su momento y representa un peldaño de vida. Me es imposible escoger.

—¿Cuál es el primer libro que recuerdas haber leído que te haya marcado o haya sido significativo para ti?

Si hablamos de primer libro, me tengo que remontar a la infancia y te hablaría de Ana María Matute. Recuerdo su novela “Paulina” que leí siendo un poco mayor que la edad de la protagonista y cuánto me emocionó aquella historia en primera persona de una niña que hace cambiar a adultos anclados en convenciones sociales. Luego han venido muchísimos más, cosa lógica ya que una de las carreras que hice fue Filología. Pero en el fondo pienso que los libros nos buscan, desde el más profundo al más intrascendente, y todos nos dejan algo que recordar.

—¿Tienes alguna anécdota curiosa como autor para compartir? ¿Cuál?

Más que anécdotas, quizá curiosidades. Por ejemplo, te puedo contar que me reservo la mano izquierda para escribir poesía y la derecha para el resto, que muchas escenas de mis novelas se han organizado en horas de insomnio y luego se han escrito a las 7.00 de la mañana, que una rúbrica en un documento antiguo me inspiró el carácter de un personaje... Ah, y también recuerdo cuando una vez, en una sesión con un terapeuta le confesé que escribía pero que ni muerta sacaría mis escritos a la luz. «Lo harás» me aseguró. Tuve que ponerme en contacto con él años más tarde para decirle que además de buen terapeuta era profeta.  

—¿Estás trabajando en algún proyecto nuevo?

Suelo escribir a diario, sin idea de publicar, así que tengo todo tipo de libretas y mil ficheros (sin orden) en el ordenador; es probable que muchos se queden ahí. Pero sí, hay un proyecto narrativo histórico que me ronda en la cabeza, de hecho  los personajes ya se han puesto en contacto conmigo para pedirme hueco, jaja. Y también un poemario que hace mucho se inició, que también baila entre pintura y poesía, y que espera su momento flow para ser escrito.
—Gracias por compartir este pedacito de ti.